Issue 45 - Article

Neutralidad, imparcialidad e independencia en Colombia: una perspectiva del CICR

enero 20, 2010
Maurizio Geremia, CICR[1]

Tras cuarenta y cinco años y los que quedan, el conflicto armado interno en Colombia es uno de los más largos de la historia reciente. Sus consecuencias son devastadoras. Ejecuciones extrajudiciales, amenazas, reclutamiento forzoso de niños, secuestros, violencia sexual y uso de minas antipersonal, han tenido serios costos humanitarios, especialmente en los últimos veinte años. Asimismo, este conflicto ha generado una de las mayores poblaciones de desplazados del mundo y, según cifras oficiales y privadas, entre tres y cuatro millones de personas han sido obligadas a abandonar sus hogares debido a enfrentamientos armados, alistamientos forzosos y coacción.

EL CICR y el “espacio humanitario”

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha estado presente en Colombia desde 1969, cuando el Gobierno permitió que delegados de la organización visitaran a personas detenidas en relación con el conflicto. En mayo de 1980, al aumentar las necesidades humanitarias con la intensificación de los enfrentamientos, el CICR  suscribió con el Gobierno colombiano un Acuerdo de Sede que permitía a la organización llevar a cabo un programa completo de actividades de apoyo a las víctimas del conflicto, y que reconocía de manera implícita los principios de neutralidad, independencia e imparcialidad; la raison d’être del CICR.

Junto con el “principio supremo” de humanidad, la neutralidad, la independencia y la imparcialidad son fundamentales para que el CICR pueda llevar a cabo su misión humanitaria en relación a las víctimas del conflicto armado. La organización cree firmemente en la importancia de estos principios, no sólo en Colombia sino en todos los países en los que trabaja, considerándolos algo más que expresiones teóricas de valores morales básicos. Los principios humanitarios garantizan el acceso seguro a las poblaciones necesitadas, con el fin de ayudar a aquéllos que llevan la carga del conflicto y de la violencia y, así mismo, refuerzan la eficacia de la ayuda humanitaria que proporciona protección y asistencia. El proclamar simplemente que la ayuda humanitaria está guiada por los principios de neutralidad, independencia e imparcialidad no es, sin embargo, suficiente. De hecho, puede que el componente más importante del espacio humanitario sean las acciones humanitarias específicas que el CICR lleva a cabo. Es la efectividad operacional de la organización la que promueve el debate sobre su mandato y principios, no viceversa. Las palabras tienen poco valor si no van acompañadas de acciones, y son sus acciones las que establecen la credibilidad del CICR, proporcionando acceso a las víctimas y asegurando la efectividad de sus intervenciones.  La aceptación, por otro lado, se gana haciendo ver que la acción humanitaria es relevante, influyente y, en ultima instancia, beneficiosa (o al menos no perjudicial)  para todas las partes involucradas. Éstos son elementos de percepción (no de los actores humanitarios sino del resto de los involucrados en un determinado contexto), para los que la distinción entre la presencia y la acción humanitaria, y entre los actores políticos y militares puede ser esencial.

El espacio humanitario también tiene que entenderse como el elemento de respuesta al conflicto que se encarga exclusivamente y de manera irrefutable de los asuntos de esta índole y que, por ende, no representa amenaza alguna para los implicados en el conflicto. Sin embargo, para que esto funcione, los agentes humanitarios deben suscribir estos principios de manera consistente en el tiempo y en el espacio.  Una acción políticamente motivada o influenciada en un momento y contexto determinado tiende a definir cómo son percibidas las acciones futuras, ya sea en relación al comportamiento individual del personal humanitario o de la organización.

El CICR se adhiere a la que es probablemente la interpretación más estricta de la acción humanitaria imparcial, neutral e independiente. El cómo sea percibido el CICR determinará su aceptación y será por tanto esencial para asegurar su acceso físico a las poblaciones afectadas. Persuadir a todas las partes de la neutralidad, independencia e imparcialidad del CICR, y de su capacidad para llevar a cabo una respuesta creíble y puramente humanitaria, depende del mantenimiento de un amplio diálogo con todas las partes involucradas, y del desarrollo de sus acciones en todos los contextos operacionales. La confidencialidad estricta, el uso mínimo de la denuncia pública y el rechazo formal a colaborar o testificar en tribunales, sirven para minimizar la percepción de la presencia del CICR como amenazadora.

 

Principios en la práctica

Dentro del amplio programa de actividades humanitarias puestas en marcha por el CICR en Colombia, su papel como  mediador en secuestros ilustra de manera ejemplar la importancia de ser percibida como una organización humanitaria neutral, independiente e imparcial. El CICR ha participado en la liberación de cientos de rehenes en Colombia desde 1980 y, para poder actuar como un intermediario neutral, la agencia ha tenido que desarrollar y mantener diálogos con todas las partes del conflicto. Sólo a través de esta conversación no excluyente puede la organización conservar la confianza y aceptación necesarias que le permitan operar de manera efectiva y segura en los distintos territorios. Construir esta confianza y aceptación lleva tiempo y requiere paciencia; es un proceso a largo plazo cuyo objetivo es convencer a todos los involucrados de que el CICR es realmente neutral y que no es partidista de ninguna agenda política o militar.

El hecho de que el CICR haya estado presente en Colombia desde hace más de cuarenta años desarrollando un programa completo de asistencia humanitaria ha contribuido, sin duda alguna, a que la organización sea conocida, reconocida y respetada como un actor estrictamente imparcial, neutral e independiente, con una misión exclusivamente humanitaria. Esta confianza es, no obstante, frágil. Percepciones erróneas, malentendidos y confusión con otros actores pueden destruir rápidamente esta confianza y poner en peligro la acción humanitaria. Es por ello esencial que todas las partes respeten el mandato específico del CICR, y no busquen explotar o instrumentalizar el carácter estrictamente independiente y neutral de la organización.

Los delegados del CICR necesitan estar presentes en las zonas afectadas por el conflicto para alcanzar su objetivo de proporcionar protección y asistencia a la población necesitada. Para ello deben encontrarse, negociar o llegar a acuerdos con todos aquéllos que porten armas y con otras partes influyentes. A través de este diálogo permanente, el CICR también intenta influir en el comportamiento y las actitudes de aquéllos que suelen ser identificados como la fuente de los problemas humanitarios.

El CICR sostiene que la búsqueda de diálogo con todas las partes del conflicto, y la no participación en cualquier acción o declaración que pueda interpretarse como parcial, facilita su aceptación y posibilita su presencia a largo plazo y de manera segura. El dialogo es, por tanto, un aspecto esencial de la política del CICR para afianzar la seguridad de su personal. Del mismo modo, la organización  está convencida de que es este enfoque estrictamente neutral lo que le permite continuar con su trabajo humanitario. Gracias a su carácter imparcial, independiente y neutral, el CICR es capaz de llegar a zonas fuera del alcance de las entidades gubernamentales (tanto militares como civiles). En 2008, el CICR proporcionó comida y artículos para el hogar a más de 73,000 desplazados, lo que representó un aumento del 10% en relación al año anterior. Este incremento se debió en parte al hecho de que el CICR y su socio local, la Cruz Roja Colombiana, habían mejorado su capacidad para atender a familias desplazadas en el suroccidente del Departamento Nariño, afectado fuertemente por el conflicto.

El enfoque del CICR frente al problema del espacio humanitario no es el único, y la organización no reclama el monopolio sobre la acción humanitaria en este conflicto. De hecho, el “espacio humanitario” puede abrirse a una variedad de operativos, tanto civiles como militares. Además de las ONG humanitarias, el Estado también tiene la responsabilidad y el deber de asistir y proteger a sus propios ciudadanos. En este contexto, sin embargo, existe el riesgo de que la acción “humanitaria” sea instrumentalizada y usada para fines políticos, militares o propagandísticos, distorsionando los principios de neutralidad, independencia e imparcialidad, y poniendo en peligro el trabajo de las organizaciones humanitarias en Colombia (incluyendo posibles repercusiones para el trabajo del CICR en otros contextos). Por ello es imperativo que el mandato específico del CICR, basado en sus principios fundamentales, sea preservado.

Frente a una multitud de enfoques distintos (algunos de los cuales son llamados “humanitarios” sin serlo realmente), el objetivo principal del CICR es asegurar un mayor respeto por su enfoque particular, basado en el estricto cumplimiento de su idiosincrasia neutral, independiente e imparcial como actor humanitario.  Sin menospreciar la efectividad de otras perspectivas, el CICR está convencido de que se requiere una acción humanitaria neutral e independiente en tiempos de conflicto armado. La neutralidad es un aspecto central de las intervenciones humanitarias y no un concepto que pueda ser abandonado y retomado nuevamente a voluntad. La neutralidad no está dada (nadie es neutral por definición o simplemente por declararse como tal), sino que debe ser reconocida por los otros participantes en conflicto de acuerdo con su percepción de las acciones y comunicaciones de la organización. Ya sea en Colombia o en cualquier otro contexto donde un conflicto armado afecte a la población civil, el CICR continuará actuando como un actor humanitario neutral, independiente e imparcial.

Maurizio Geremía ha sido Coordinador del CICR, responsable de las operaciones en el terreno en Colombia. Actualmente trabaja en el Departamento de Comunicaciones de la organización en Ginebra.

 


[1] Traducido al español por Juan Pablo Caicedo, Universidad Jorge Tadeo Lozano, diciembre de 2009.

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