Issue 80 - Article 7

La salud mental de las personas trans migrantes en Colombia durante el COVID-19

abril 28, 2022

Daniel González-Pérez

Dani Verástegui-Mejía

GAAT Foundation participating in the LGBTI pride day at the National Museum, Bogotá, Colombia.

El artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que todas las personas tienen derecho a contar con un nivel adecuado de vida que les asegure a ellas, como a sus familias, la salud y el bienestar. En este sentido, los Estados tienen la obligación de garantizar la prestación y el acceso a la atención médica y a los servicios sociales necesarios para lograrlo, tanto individual como colectivamente.

En Colombia, las personas con experiencias de vida trans enfrentan habitualmente actitudes discriminatorias por parte de profesionales e instituciones de salud, convirtiendo el acceso y la atención digna en salud en un escenario de lucha por el respeto y la reivindicación de sus derechos. Fundación Grupo de Acción y Apoyo a personas Trans (GAAT) 2020. Trans-Migraciones: Caminos Posibles. Informe sobre los derechos de personas trans migrantes en Colombia.  (https://drive.google.com/file/d/1CUuyep5UICXRP30G0haLExsnkCUvk2zp/view). Esto es aún más difícil para migrantes con experiencias de vida trans, quienes encuentran en una situación de alta vulnerabilidad, ya que las política migratorias colombianas no garantizan integralmente la protección de sus derechos y necesidades.

Identidad trans y experiencia de vida trans
Las personas trans no «comenzamos» a sentirnos hombres, mujeres o personas no binarias a través del uso de cierta ropa, sometiéndonos a una cirugía o mediante un cambio de nombre. Tampoco ocurre que alguien comience a ser trans o empiece su transición a una edad en particular y fija. Algunas personas se identifican como trans o tienen experiencias de vida trans a una edad temprana, haciéndolo público, mientras que otras ocultan sus identidades y experiencias para protegerse de la discriminación, la violencia o incluso la muerte. Desde la Fundación Grupo de Acción y Apoyo a personas Trans (GAAT) creemos que las identidades no son fijas y que cada persona tiene su propia forma de ser y vivir su género, y no debe ser obligada a amoldarse o a ser validada por las identidades masculinas y femeninas «puras».  Todas las personas deberían tener derecho a la transición permanente, a transformarse y a expresarse de diferentes maneras.
Source: GAAT (2020): 8

En los últimos años, Venezuela ha experimentado la segunda mayor emigración del mundo, solo superada por Siria. Después de Turquía, Colombia acoge al segundo mayor número de migrantes del mundo, la mayoría de ellos de Venezuela. El creciente flujo de migrantes hacia Colombia ha desafiado al Estado a concebir estrategias que garanticen que los migrantes que llegan al país tengan acceso a la atención sanitaria. Por ejemplo, el Ministerio de Salud y Protección elaboró un Plan de Respuesta del Sector Salud en el que se resumen las medidas que podrían adoptarse para atender las necesidades sanitarias de las personas que viven en zonas afectadas por la migración. Si bien estas iniciativas son importantes, las necesidades particulares de las personas migrantes con experiencias de vida trans siguen mayormente insatisfechas. Sus identidades pueden ser negadas, tratando sus experiencias transgénero como una patología, considerando los cambios en sus cuerpos como procedimientos estéticos y privándolas de atención; o bien, recibiendo servicios de salud sin tener en cuenta sus construcciones identitarias y lo que estas implican. En ambos casos, los efectos sobre su salud, en especial sobre la salud mental, son sumamente negativos y se han agravado en los últimos dos años como consecuencia de la pandemia del COVID-19. Reconocerse a sí mismas como personas trans migrantes puede desencadenar sentimientos de pérdida, dolor y culpa asociados con el hecho de amoldarse (o no) a las categorías de hombre cisgénero y mujer cisgénero, tanto en términos de apariencia como de vida cotidiana, y en el contexto de las normas culturales tanto del país de origen como del país de acogida.

Desde 2018, la Fundación GAAT ha estado realizando investigaciones con el fin de comprender mejor las experiencias de las personas trans migrantes. En 2019, con el apoyo de la Open Society Foundation, se implementó  el proyecto Trans-Migraciones: Caminos Posibles, en cuatro ciudades colombianas: Cúcuta, Bucaramanga, Bogotá e Ibagué. El objetivo del proyecto fue responder preguntas, como, sobre las realidades de las personas trans migrantes en estas ciudades y las posibilidades que tienen de vivir una vida plena en un país como Colombia, donde la transfobia y la violencia restringen sus opciones. Los resultados mostraron que las personas trans migrantes se enfrentan continuamente a la violencia y a los prejuicios cuando intentan acceder a los servicios sociales.

Como consecuencia del estudio, se hizo importante promover el reconocimiento de la realidad de las personas trans migrantes en Colombia, oponiéndonos a los prejuicios y a las representaciones sociales que contribuyen a la violencia hacia ellas, específicamente a través de la incidencia social y política con instituciones del Estado. Sin embargo, este trabajo se vio interrumpido por la pandemia del COVID-19 que afectó el funcionamiento de las organizaciones sociales, al mismo tiempo que planteó nuevos retos y prioridades. Entonces, decidimos enfocarnos en acciones con la comunidad, recopilando información de calidad para identificar problemas y exigiendo luego la restitución de los derechos de salud por parte del Estado.

Mediante una metodología cuantitativa, realizamos una investigación con 67 personas con experiencias de vida de trans y migrantes. Encontramos que el 59,7 % enfrentó barreras institucionales para acceder y mantener la continuidad de la atención de salud. Otro 37,5 % de las personas encuestadas dijo haber experimentado barreras institucionales para acceder al trabajo, la educación, la vivienda y los servicios de salud, a causa principalmente de la ausencia de una residencia fija. Alrededor del 22 % manifestó que sus percepciones negativas de los servicios de salud son causadas por la xenofobia y la discriminación en todo el sistema. Incluso cuando lograban acceder a los servicios de salud, sufrían discriminación y violencia.

Las personas encuestadas señalaron que no perciben la atención sanitaria que recibada como «atención de calidad» porque los profesionales de la salud, el personal administrativo y/o el personal de seguridad discriminan a las personas con experiencia de vida de trans y migrantes, a causa de sus prejuicios y representaciones sobre sus identidades y procedencia, incluso realizan comentarios despectivos y retrasan los tratamientos y procedimientos.

Estos resultados demuestran la doble discriminación que sufren las personas trans migrantes: xenofobia (por ser migrante) y transfobia (por ser una persona con experiencia de vida trans). Es fundamental que el Gobierno desarrolle estrategias para eliminar estos tipos de discriminación, adoptados por el sistema de salud en forma de violencia psicológica La violencia psicológica es toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas por medio de intimidación, manipulación, amenaza, humillación, aislamiento o cualquier conducta que implique un perjuicio a la salud psicológica (véase https://profamilia.org.co/aprende/violencia-de-genero/tipos-de-violencias/). y simbólica.

Otro hallazgo de nuestra investigación es que solo el 5,9 % de las personas trans migrantes tenían acceso a un servicio de salud mental antes del inicio de la pandemia. Con la llegada del COVID-19, la necesidad de apoyo profesional en salud mental ha aumentado: el 17,9 % de las personas encuestadas recibe ahora asistencia de salud mental, del cual el 2,9 % es brindado por el sistema de salud, el 8,9 % por atención privada, el 4,4 % por servicios de integración social y el 1,4 % a través de grupos de apoyo mutuo.

Mantener una buena salud mental no se trata solo de poder acceder a la asistencia por parte de profesionales de la salud. También depende de la forma en que las personas se relacionan entre sí en el contexto social. Por ejemplo, el 11,9 % de las personas encuestadas dijo que sentía poco interés o placer en hacer cosas como salir con sus amistades, ir a comer por fuera de su casa o visitar a sus familias, el 11,9 % dijo que experimentaba altos niveles de ansiedad, el 19,4 % tenía sentimientos de tristeza y desesperanza, y el 8,9 % dijo que en general tenía poca capacidad para hacer frente a la vida.

Asimismo, nos sorprendió descubrir que uno de los efectos sobre la salud mental durante la COVID-19 fue que el 4,4 % de las personas había pensado en suicidarse en más de una ocasión:

Iba a mi casa, y los coches pasaban… y yo me iba a lanzar. No soy ni la primera ni la última (mujer trans migrante).

(mujer trans migrante)

Altos niveles de estrés, pérdida de las redes de apoyo debido a la condición de migrante y a causa de la transición corporal, la separación familiar y la falta de oportunidades laborales y sociales: todos estos son factores que están siempre presentes en la vida de las personas con experiencias de vida trans y migrantes. La Fundación GAAT está respondiendo a estas necesidades ofreciendo servicios entre pares para mitigar el daño causado por la xenofobia y la transfobia. Tenemos programas para recibir a migrantes trans que llegan sin recursos, pero también brindamos atención psicosocial y acompañamiento a las rutas de acceso. No obstante, la crisis es tan amplia, las necesidades son tantas y los recursos son tan limitados que no somos suficientes. La situación de las personas trans migrantes debe hacerse visible, junto con programas y proyectos que respondan a sus necesidades; hacemos un llamamiento al Gobierno colombiano y a la comunidad internacional para que aborden las necesidades de las personas con experiencias de vida trans y migrantes. Necesitamos que aliados sociales, los políticos, el mundo académico, otras organizaciones sociales y el Estado intervengan y respondan a esta alarmante situación.

Daniel González Pérez es ingeniero biomédico y codirector de investigación en la Fundación GAAT. Dani Verástegui Mejía es psicólogo y jefe de proyectos en la Fundación GAAT. Posee un doctorado en Psicología y una maestría en Socialización, Género, Diversidad y Migración.

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